Cómo conseguir tintar el esparto con colores de manera sostenible
El uso del color es algo implícito al ser humano y su forma de manifestarse es tan variada como ingeniosa. Si buscamos esa primera vez, y según los últimos descubrimientos en la cueva de Ardales (Málaga), nos deberíamos trasladar a hace casi 65.000 años en el caso del Homo Neanderthalensis. Y a 45.500 años en Célebes (Indonesia) en el del Homo Sapiens Sapiens, para ver que ya se manifestaba ese arte innato a través de las pinturas rupestres con el color como forma de señalar y representar el arte incipiente de la Humanidad.
Pero centrémonos en cómo podemos aportar color, de forma sostenible, al esparto. Explicaré cómo lo he hecho yo y pondré algún ejemplo de las plantas de las que se pueden sacar color y que el esparto, cabezón a más no poder, admite.
Qué tipo de esparto debemos de utilizar
Para empezar, y tras mucho ensayo-error, debemos descartar el uso del esparto crudo y del esparto majado a la hora de tintar con plantas. La fibra vegetal en ese estado no absorbe como corresponde el color, sacado de las plantas, por lo que si queremos dar ese toque diferenciador debemos trabajar con el esparto cocido/majado.
Es verdad que en varios foros os vais a encontrar esparto tintado de colores muy llamativos, e incluso en esparto majado o crudo. Pero tenemos que tener en cuenta que aquí se va a hablar de sostenibilidad, del uso de tinte no tóxico y de que el producto final siga siendo biodegradable aunque tenga ese aporte de color.
El hecho de partir de plantas, como base de esa pigmentación, va a hacer que los colores que obtengamos sean muy orgánicos y vayan acorde con la fibra que trabajamos. También hay que tomar en consideración que nuestro “lienzo” no es blanco por lo que el resultado varía bastante respecto a otras fibras, tanto vegetales como animales.
Los procesos técnicos empleados
Aquí expondré, aunque en mi taller trabaje con más, cuatro ejemplos de colores: amarillo, rojo, verde y azul. Los procesos técnicos son muy parecidos entre cada uno por eso prefiero centrar la exposición tanto en la planta usada como en su resultado final.
Como información general, deberemos usar, y esto es aplicable a todos los colores, el extracto de la planta en polvo para que se disuelva mejor en el agua y así ese “baño” de tinte sea más efectivo.
El primer color es un amarillo muy peculiar aportado por la Cúrcuma (Cúrcuma Longa). Esta planta herbácea, procedente sobre todo de las zonas húmedas de la India, ha sido usada, entre otras aplicaciones, como colorante natural en gastronomía y textil gracias a su rizoma.
Las primeras referencias nos llegan de la mano de Marco Polo, bajo el nombre de “azafrán de la India”, en el siglo XIII, y es con el comercio de los árabes que empezamos a usarla en Europa. El uso en la India se remonta al 610 a.C y precisamente como tinte para lana además de ingrediente culinario.
El color que sacamos en el esparto no es tan amarillo como en el papel, lana o algodón pero sí uno de los más luminosos respecto a otros tintes naturales que uso.
El segundo ejemplo es el rojo proporcionado por La Rubia (Rubia Tinctorum). Su uso se remonta a más de 5.000 años para teñir seda, lino, algodón y lana. Ya encontramos testimonios de su empleo en el Egipto de la XVIII dinastía, en la Grecia clásica e incluso en Pompeya.
Esta planta perenne es originaria de las regiones del suroeste de Europa. Con gran influencia de uso en la cuenca del Mediterráneo como bien han demostrado los restos arqueológicos. El rojo que se consigue en el esparto es casi un terracota y puede variar en tonalidad si se mezcla con otros tintes naturales.
La tercera planta tintórea es el Índigo/Añil (Indigofera Tinctoria) perteneciente a la familia de las leguminosas. Es una de las plantas más antiguas que el ser humano ha utilizado para el teñido de prendas, sobre todo de lana. Su origen es asiático siendo la India el país que lleva miles de años usándola. Tiene una particularidad respecto a otras plantas tintóreas y es que la obtención del color se hace a través de sus hojas. Conseguir ese azul tan característico del índigo es imposible en el esparto pero sí que obtenemos un verdeazulado único.
El último ejemplo es la Espirulina (Spirulina). Debemos aclarar que durante mucho tiempo estuvo catalogada como alga verdiazul, pero realmente es una cianobacteria que contiene clorofila. Crecen en aguas alcalinas de zonas cálidas en diversas partes del planeta como Méjico, en época Azteca, y el lago Chad (Chad) se usó.
Se puede acuicultivar en estanques abiertos tanto de agua dulce como salada en climas tropicales o subtropicales. El verde que sacamos tiene diferentes tonalidades incluso en una misma tintura lo que hace muy especial su resultado final.
Aunque tengamos las medidas y proporciones fijas de cada tinte, nunca llegamos a obtener el mismo color gracias a la propia fibra vegetal. No hay nada más natural que trabajar con esparto. Pero a quién no le gusta ampliar en sus diseños la paleta de colores sin perder la sostenibilidad.
Desde Studio Musketa hicimos esa apuesta con el plus añadido de la proximidad de la materia prima. Como ejemplo está la espirulina que, gracias a proyectos innovadores, de personas como Alejandro Carrillo de Revival Espirulina, podemos tenerla sólo con desplazarnos a la vecina Coín (Málaga).
Y para terminar este artículo decir que las sinergias entre diferentes artesanías son fundamentales. Y es precisamente gracias a eso que pude adquirir los conocimientos básicos necesarios para tintar el esparto, por lo que le doy las GRACIAS a la Maestra Artesana en ECO Tintado María Jurado.