Francisco Veiga y su estilo de escribir en tiempo real
Hoy entrevistamos a Francisco Veiga, Doctor en Historia, analista político y catedrático de Historia Contemporánea en la UAB. Además, es especialista en Europa Sudoriental y Turquía. Ahora, también novelista. Conozcamos más sobre el historiador y escritor español.
¿Quién es Francisco Veiga y a qué se dedica?
Soy catedrático de Historia en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Me dedico a investigar e impartir docencia sobre Historia Contemporánea Universal, aunque estoy especializado en la zona de Europa Sudoriental (Balcanes) y Turquía. Y esto desde hace muchos años. Es un hecho que soy más viejo que los muebles de mi facultad e incluso que parte de los edificios de mi Universidad. Dicho sobre Oxford sería una afirmación muy sorprendente, pero aún así y a escala de la UAB supone una notable antigüedad.
¿Cuándo comenzó a escribir libros y por qué?
En mi caso, lo de escribir libros era obligado. Como académico has de publicar tus investigaciones y ensayos, y eso es lo que llevo haciendo desde 1989: tengo unos cuantos libros sobre mi especialidad. Si me pregunta por mi faceta como novelista, es mucho más reciente. Me estrené en 2018 con una primera novela, titulada “Ciudad para ser herida“; y continué en 2020 con “Las reglas de la cabra“. Mi deseo de hacer literatura viene de muy antiguo. Antecede, en realidad a mi carrera como historiador.
Desde adolescente quise escribir novelas, me encantaba leer, pero la necesidad de sacar adelante una carrera académica hizo que durante muchos años no tuviera tiempo para dedicarme a ello. Porque escribir una novela requiere mucho tiempo, mucho método y en general, mucha dedicación, y eso al menos durante un año y pico. No es algo que se pueda hacer a ratos libres mientras haces la comida o antes de dormir.
¿De qué trata su última novela titulada “Las reglas de la cabra”?
Es una ficción política en clave de conspiración. Un amigo dice que pertenece al género de ficción hiperrealista, pero en términos planos es una novela de espías. No de espionaje, atención, sino de espías. Hay una cierta diferencia.
Todo arranca de un atentado en Bruselas, a finales de 2018, en el que uno de los automóviles que utiliza el ex presidente Carle Puigdemont es objeto de un atentado en el que muere el chófer. El expresidente catalán no resulta herido, de hecho ni siquiera estaba allí y no llega a enterarse de lo sucedido. Pero la confusión que genera el suceso hace que los servicios de inteligencia españoles se pongan a investigar. Tirando del hilo llegan muy lejos, a un escenario inesperado: la novela concluye en la frontera entre China y Kazajistán, en el verano de 2019, aunque hay una adenda que nos lleva hasta las Navidades de ese año y el atisbo de la pandemia que se nos venía encima.
En realidad es una novela que describe ese mundo crepuscular justo antes de que el Covid-19 cambiara el orbe globalizado y la concepción que teníamos de él desde 1991. Es una novela sobre aquella hiperconexión entre todo y todos en el que vívíamos inmersos hasta hace un año. Y que ahora en parte se ha terminado o adquiere nuevas formas.
Se trata de la continuación de “Ciudad para ser herida”(2018) y forma parte de una trilogía, ¿cómo fue su momento de creación?
En efecto; forma parte de una trilogía que al final encontrará su remate en una cuarta novela. O sea que viene a ser una tetralogía; pero no quiero desvelar la sorpresa final.
“Ciudad para ser herida” la comencé el día de Sant Jordi de 2016, o sea que su gestación cumple años en estos días. Cómo pasa el tiempo. Regresé a casa tras pasear por entre los puestos de libros y decidí que no podía esperar más para escribir mi primera novela. Y la redacté en tiempo real; la acción se desarrollaba a partir de los acontecimientos que dictaba la actualidad informativa.
El resultado fue muy estimulante: literalmente, no sabes cómo va a terminar la novela. Y de hecho, pocas semanas después de haberla concluido tuvieron lugar los atentados de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, lo que me obligó a improvisar un nuevo epílogo para “Ciudad para ser herida” de una forma alternativa. Esto me lleva a explicar que la novela versa sobre la preparación de un atentado destinado a golpear Barcelona; pero su autoría no correspondía a ningún comando yihadista; sus objetivos eran muy diferentes.
Y lo que es la vida; al final las cosas en Barcelona vinieron a suceder como se explicaba en la novela que podrían pasar, pero sin violencia de por medio. Me refiero a lo que buscaban los autores de la acción ficticia. Lo cual es un gran motivo de satisfacción para mí, como historiador, porque la novela fue el producto de analizar el pasado para prever el futuro, algo que los de mi profesión buscamos como el Santo Grial.
¿En qué se inspira a la hora de escribir una novela?
Básicamente, en la observación de la actualidad cotidiana y en mi experiencia personal sobrepuesta a ella. Es lo que explicaba sobre mi estilo de escribir en tiempo real para generar una realidad paralela lo más creíble que se pueda. Esa es la esencia de la “ficción hiperrealista” de la que hablaba más arriba. Claro que una vez puesto en marcha un plan de publicaciones ya estás atento para atrapar noticias e historias que te den pie a continuar. Así, la tercera novela que ya he comenzado, transcurre durante la primera oleada de la pandemia, la gran desconexión.
Como experto en historia contemporánea y actual de Balcanes, Turquía y Rusia, ¿cómo ve la situación actual en estas zonas?
Bueno, hasta hace algunos años todo pasaba obligatoriamente por París, Londres, Berlín o Nueva York. Ahora hay nuevos protagonistas internacionales que actúan transversalmente desde los antiguos márgenes del sistema. Y así, por ejemplo, lo que se planea en Ankara puede tener mucha importancia para el resto del mundo. Incluso hechos casuales, como la crisis del canal de Suez que estamos viviendo estos días, con el carguero Ever Given atravesado en pleno canal.
En relación a Turquía y Rusia, ¿qué decir en tan poco espacio? En esencia que ambos actores practican una intensa interacción en una zona muy amplia, que incluye Eurasia y el continente africano, y de ello puede que surja un nuevo equilibrio de fuerzas, de gran alcance. Ahí entra todo; desde la gestión de las vacunas hasta el suministro de gas y petróleo o nuevas carreras de armamentos. En cuanto a los Balcanes, han pasado a un segundo o tercer plano. El mundo no se va a desplomar en torno a ellos, como mucha gente sigue creyendo. Lo cual no quita que allí sucedan cosas interesantes. Como en el resto de Europa, ojo. Porque los Balcanes son tan Europa como Portugal, Escocia o Italia.
También ha sido colaborador en varios medios de comunicación, ¿en qué consistía?.
Sí, a partir de la revolución rumana de 1989 me convertí en habitual de “El Periódico” y “El País“, aparte de unas cuantas radios. Eso tuvo mucho que ver con el hecho de que impartí docencia durante una docena de años en la Facultad de Ciencias de Comunicación de la UAB, lo que me puso en contacto con el mundo de la actualidad informativa y me abrió muchas puertas. Por entonces había terminado una tesis sobre la ultraderecha en Rumania y era de los pocos académicos que conocía bien la zona., aparte de que me manejaba en rumano. A partir de ahí enlacé con las sucesivas guerras de la ex Yugoslavia y con la candidatura turca a la UE. En total fueron casi veinte años de ir y venir por la zona, lo cual me dio mucha inspiración para mi mundo literario.
¿Cómo está viviendo un catedrático la situación que nos ha tocado vivir por la pandemia?
Pues como todos mis compañeros de la universidad y la enseñanza media: intentando continuar con la docencia por vía telemática, lo cual no es tan sencillo ni tan fructífero como creíamos hace un año. Pero es lo que hay, y menos mal. Por lo demás, como siempre me ha gustado contemplar de cerca los cambios históricos, tengo una enorme curiosidad por ver cómo evoluciona esto y cómo cambiará el mundo. Algo de ello lo explicaré en la próxima novela: “Los peldaños de la fiebre”.
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