Mi inolvidable viaje a Getaria para conocer el Museo Balenciaga
Hoy os quiero contar una historia. La historia de una periodista, hija de una modista que trabajó en la Casa Balenciaga de Madrid. Cuando has crecido escuchando las historias de la época en que tu madre aprendió a coser y el buen hacer de este oficio en Balenciaga es difícil que no te guste la moda. Esta periodista viaja a Getaria para hacer realidad uno de sus sueños: conocer el Museo Balenciaga.
Para mi ha marcado una antes y un después este viaje. Desde pequeña he escuchado infinidad de historias y anécdotas de mi madre sobre su etapa cuando trabajó en la Avenida de José Antonio, hoy conocida como la Gran Vía, número 9 de Madrid. Desde cómo aprendió a forrar botones hasta los famosos que veían entrar y salir del emblemático Chicote, que se encontraba enfrente. Ella tiene un gran recuerdo de esos años en los que vivió algunos de los mejores momentos de su vida gracias al ambiente que allí se respiraba. Para que os hagáis una idea, les daban permiso para ir a la cuestación para recaudar dinero para la lucha contra el cáncer en horas de trabajo o realizaban retiros varios días fuera del taller junto a sus compañeras.
Quizá, debido a eso se deba mi gusto por la moda y mi curiosidad por descubrir cómo es el proceso de producción de una prenda. Una de las cosas que más me ha llamado la atención en mi visita al museo de Getaria es la parte donde se exponen algunas piezas del revés. Es importante observar esas prendas para darse cuenta de la maestría de Balenciaga. No es fácil, y cada vez lo vemos menos en el mundo de la moda, realizar ropa que sea igual o más interesante por dentro que por fuera.
Junto a Irene Vázquez, directora de Erudita Comunicación, tuve la oportunidad de conocer el espacio. Nos recibió Itziar Martínez Urresti, ya que Igor Uria Zubizarreta, no estaba porque se había cogido unos días de descanso. Había intercambiado varios correos electrónicos con él hacía algunos años porque me había contactado para el programa ¨Manos que cosen¨. Se lleva a cabo para localizar a antiguos trabajadores que puedan aportar más información sobre el gran legado del maestro.
Reconozco que mis impresiones han superado mis expectativas debido al valor sentimental que tiene para mi. Se trata de un espacio muy amplio donde te puedes transportar a otro mundo, al mundo del gran maestro de la moda española de todos los tiempos. Se puede recorrer la historia de Balenciaga, desde su nacimiento en el pueblo guipuzcoano de pescadores, hasta tener delante algunos de los diseños emblemáticos que siempre he podido ver en fotografías. Uno de los que más me llamó la atención fue una bata-kimono en crepe de seda negra con estampación floral en verde claro de 1920.
Durante el recorrido disfruté de su maestría de los volúmenes, de la riqueza de los tejidos, del colorido de los vestidos de noche y de día, de los cuellos de sus abrigos tan característicos, de los cortes de una pieza, hasta de sus figurines originales.
Mi madre me contó cómo trabajaban desde la sección de fantasía con la señorita Felisa Irigoyen, jefa de taller en Madrid y realizaban algunos de esos vestidos de fiesta que son parte del legado de Cristóbal Balenciaga. Durante el recorrido eché de menos el vestido de novia de la reina Fabiola que había visto tantas veces en televisión. Itziar nos comentó que esa pieza estaba descansando y no estaba expuesta. Para mi es importante porque mi madre también formó parte de la historia de esa creación. Recuerda que aquel día pusieron una televisión en el taller y pudieron ver la emisión del enlace.
La elaboración del vestido de novia de la Reina Fabiola se mantuvo en secreto y se probaba en la casa particular del propio Balenciaga. Las modistas que lo cosían no podían decir nada en absoluto al respecto debido a la importancia del encargo. También vivió la creación del vestido de novia de Carmen Martínez Bordiú. Esto fue cuando ya había cerrado la casa Balenciaga y los trabajadores pasaron a formar parte del peletero José Luis.
Hablando de vestidos de novia, cuando alguna de las empleadas se iba a casar les regalaban el vestido de novia. Sus compañeras bajaban al salón para ver a la novia desfilar con el traje nupcial. Manoli, la oficiala de mi madre, fue una de las novias que desfiló delante de sus compañeras en el salón con sillas doradas.
Otras cosa que me gustaría destacar es la tienda del museo. En ella, a parte de vender productos relacionados con el museo, también venden creaciones de artistas de la zona para dar a conocer su trabajo. Nos comentaron que van rotando para poder dar cabida a más artesanos. Quiero resaltar, que a parte de ser un lugar lleno de historia de la moda española, también recoge el trabajo de creadores actuales.
Los fondos del museo son increíbles y la labor que lleva a cabo todo el equipo es impresionante. También es verdad que, por ejemplo, Itziar es de Getaria y transmite su orgullo e ilusión del legado que ha dejado una de las figuras más importantes de la historia de la moda española, sino el más relevante, y quien ha creado escuela a nivel nacional e internacional. Además, el museo realiza intercambios con universidades y estudiantes internacionales para dar a conocer el legado que dejó Cristóbal Balenciaga en el mundo.
Si no conocéis el museo os invito a hacerlo, y si ya habéis estado, id otra vez para empaparos de todos sus fondos y disfrutar del pueblo de Getaria, sus gentes y su cultura gastronómica,