Persianas de esparto, el aire acondicionado del Sur
Qué mejor manera para protegernos del calor y del sol que usar algo tan tradicional y sostenible como las persianas hechas de esparto.
Si miramos a nuestro pasado reciente podemos ver cómo esta forma tan sencilla, de evitar los calores era usada por generaciones anteriores a la nuestra. Su forma de pensar y actuar, el hecho de buscar la utilidad con lo mínimo es algo que les caracterizaba. Por eso quiero que nos fijemos en cómo concebían su vida y en concreto la forma de construir sus viviendas. Puede sorprender que empiece de esta manera el artículo cuando el título lo deja bien claro, “persianas de esparto”, pero tiene un porqué.
Si os digo que una de las maneras más sostenibles de hacer las cosas es usando como materia prima lo que se tiene alrededor, no sorprendería a nadie, verdad. Pues precisamente eso era lo que hacían las generaciones pasadas y está muy ligado con el tema a tratar.
Pongamos en contexto el buen funcionamiento de las persianas de esparto. Estamos en un lugar cualquiera de Andalucía y nos hemos construido una casa, cortijo, con lo que tenemos cerca, siguiendo la forma tradicional que me determina históricamente mi entorno.
Los muros gruesos, ventanas pequeñas y el encalado de las paredes, entre otras cosas, hace que la vivienda esté preparada para los calores del Sur. Pero si además añadimos las persianas de esparto, entonces la disminución de la temperatura está garantizada. Hay que decir que las persianas por sí solas no tendrían el mismo efecto si no estuviesen ligadas a una edificación energéticamente sostenible, pero aun así su simple instalación ya nos ayuda a bajar unos cuantos grados en el interior.
Que pena que algo tan simple y funcional se nos haya olvidado y hayamos dejado el terreno libre al uso masivo del plástico en la fabricación de persianas.
Ahora, con el resurgir de los productos realizados en esparto, la vuelta de estas persianas vuelve a ser una realidad aunque el uso sea muchas veces con fines decorativos y su ubicación está descontextualizada respecto al origen de la materia prima. Por eso mismo debemos tener muy en cuenta que se trata de un producto hecho con fibras vegetales y que requiere de una serie de cuidados mínimos como el utilizarlas en los periodos estivales y guardarlas durante el resto del año, sobre todo en climas con lluvias. Así nos garantizamos una gran durabilidad de la persiana reforzando de esa manera su concepto sostenible.
Sin caer en tecnicismos del oficio, describiré brevemente los pasos para llevar a cabo una persiana. Y así hacer ver que todos los procesos son cien por cien manuales y no se han modificado respecto a la forma de trabajar de generaciones pasadas.
Primero debemos empezar por el trenzado de las pleitas, tener un número de metros suficientes para la medida de la persiana que vamos a hacer. Luego se procede a coser entre sí varias tiras de pleitas, del mismo largo, hasta obtener el ancho deseado. Después se cosen dos tiras a modo de cruceta para dar una firmeza a la persiana a la hora de enrollarla. Y por último se remata, con otras dos tiras más de pleita, la parte superior e inferior. Y se añade el sistema de polea con una cuerda o dos, dependiendo de la dimensión de la persiana.
Sin contar con la parte de recogida del esparto, preparación y trenzado de las pleitas el hacer una persiana nos puede llevar mínimo tres o cuatro días y dependiendo de las dimensiones incluso más de una semana. Con esto quiero dejar claro que la artesanía tiene su tiempo. Se debe valorar en su justa medida todos los procesos que con tanto amor y profesionalidad llevamos a cabo en nuestros talleres, independientemente del oficio artesanal que tengamos.
Durante muchos años esta era la manera que tenían de fabricar persianas y refrescar las casas. Abrían las puertas y ventanas, bajaban las persianas, humedecidas un poco, y hacían que la entrada de la brisa hiciese el resto del trabajo. Aunque haya descrito su uso centrándome en Andalucía como ejemplo, no debemos olvidar que esta simbiosis, de construcción tradicional y persianas, también se daba en el resto de zonas con espartales como Castilla-La Mancha, Extremadura o el Levante peninsular.
Quién les iba a decir a las generaciones pasadas que lo que para ellas era algo útil, necesario y local se convertiría en una nueva forma de decorar y/o proteger del sol. Haciendo una símil con la naturaleza podemos afirmar que las persianas de esparto serían los árboles de nuestras casas, eficientes, simples y bellas.